"Verdad" ha sido y es un concepto utilizado con frecuencia, tanto en el ámbito académico como en la vida cotidiana. Pero es en el ámbito de la Filosofía donde adquiere una especial relevancia.
Como ha ocurrido con todas las palabras, también la palabra "verdad" ha cambiado su significado con el paso de los siglos. Para saber qué es lo que quiere decir un filósofo cuando lo utiliza es necesario ubicar al autor en su contexto histórico y al concepto "verdad" dentro del contexto total del pensamiento del autor de que se trata.
En el siguiente cuadro presentamos algunas de las acepciones de "verdad" refiriéndolas a la etapa de la historia de la Filosofía en que surgieron. Pero se debe aclarar que, dado que la historia de la Filosofía se parece más a la de la Música que a la de la Ciencia —según afirma Jaspers—, las diversas acepciones siguen vivas, ninguna ha sido dejada de lado completamente.
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Por otro lado, la experiencia y el paso del tiempo también nos han enseñado que no siempre es fácil hacerse con la verdad de "todas" las cosas; que muchas veces tenemos que conformarnos con verdades parciales; y que en otras muchas ocasiones hemos caído en errores, bien porque nos habíamos precipitado en el juicio, o no habíamos inspeccionado bien el objeto, o porque quizás esa realidad que deseábamos conocer excedía, sobrepasaba, nuestra capacidad de comprensión. El hombre normal, el hombre corriente que utiliza el sentido común, ante la experiencia del error se hace precavido, se hace prudente en sus juicios, pero no pierde el íntimo convencimiento de que es capaz de conocer con verdad. Es decir, no desespera de su facultad de entender, ni tampoco niega la verdad que hay en las cosas. No se repliega sobre sí mismo diciendo que él ya tiene "su" verdad y que no necesita mirar al mundo para saber cómo es; ni afirma que las cosas son siempre como él las piensa y punto. Hacer eso sería el suicidio de la razón pero, no es menos cierto que es una actitud bastante frecuente hoy en día, quizás porque es cómoda que obliga a nada o a muy poco. A pesar de lo ya comentado, quizás dudes y te estés planteando si no sería posible que todos nuestros conocimientos fuesen un error, es decir, que siempre nos equivocásemos en nuestros juicios. Pues bien, míralo de este modo: si eso fuese así, si todos nuestros juicios fuesen siempre erróneos, entonces tú no podrías estar planteándote ahora mismo esta cuestión ya que no tendrías experiencia del error como tal. Precisamente puedes plantearte esta hipótesis porque tienes experiencia del error, y la tienes por el contraste que supone su comparación con otras experiencias que también tienes: las del conocimiento verdadero o que se corresponde a la realidad. Y del mismo modo, evidentemente, sabemos que, debido a la limitación de nuestro entendimiento y la finitud de nuestra existencia, no podremos llegar a conocer toda la verdad de absolutamente todas las cosas; pero que nuestro conocimiento sea limitado o parcial no significa que sea incierto o falso. Es decir, del hecho de que una persona no llegue a conocer la realidad de una forma completa o exhaustiva, no puede deducirse de ahí que, al alcanzarla sólo parcialmente, no lo haga con verdad. Siempre nuestra ciencia será finita, limitada, pero no por ello falsa. Por tanto, que nuestro conocimiento de la verdad se pueda perfeccionar o ampliar no significa que sea esencialmente falso. No hay que confundir la limitación del entendimiento con su fiabilidad. El conocimiento de lo real es limitado, pero ello no significa que sea relativo. |
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