miércoles, 17 de diciembre de 2008

PLATÓN O DE LOS IDEALES POLÍTICOS II

El problema del conocimiento en Platón

1. Plan Filosófico. Objetivos de la teoría

Ø Con la teoría de las ideas, Platón halla objetos estables y permanentes para la ciencia. Pero entonces se plante un problema: ¿Cómo conocemos las ideas si pertenecen a otro mundo (mundo sensible)? La solución que Platón propone la lleva a cabo mediante dos conceptos claves: la reminiscencia (recuerdo) y la dialéctica.
Ø La actitud de los presocráticos respecto al conocimiento fue totalmente ingenua: no se preguntaban sobre si lo que conocían respondía a la realidad, y en qué modo lo hacía, o si era posible el conocer y con qué límites. Fueron los sofistas los primeros en preguntare si era posible el conocimiento de la verdad.c Y vimos que su respuesta fue negativa por su relativismo: no existen verdades dogmáticas, sólo opiniones. Por su parte, tanto Sócrates como Platón sostenían que era posible conocer la verdad, lo que las cosas son de modo permanente, más allá de las presencias que captamos por los sentidos. De este modo Platón establecerá una distinción y una gradación entre conocimiento sensible y conocimiento racional o inteligible.

2. ¿En qué consiste el conocimiento?

Ø Platón para explicar el fenómeno del conocimiento y para dar cuenta de cómo podemos pasar del conocimiento sensible al conocimiento inteligible, ofrece a lo lago de sus obras tres explicaciones: una mítica y dos filosóficas. La primera, que parece en el Fedón, es la teoría de la reminiscencia. La segunda, contenida en la República, es la explicación de la dialéctica. La tercera, que se encuentra en el Banquete, es la teoría del amor.
Ø El Amor (éros) es una tensión, afirma Platón en el Banquete, una fuerza que todo ser siente hacia lo que carece. Y de lo que todo ser carece es de belleza, de bien: de perfección. Todo ser, incluidos los seres humanos, desea ser perfecto del mismo modo que la idea de Bien es perfecta. Esa fuerza por lo que todo ser se siente impulsado como su fin hacia el Bien es el amor. Este impulso lleva a los hombres de lo exterior a lo interior, de lo interior a lo superior.

3. Los grados de conocimiento (ciencia y opinión)

4. El mito de la caverna
http://www.xtec.net/~lvallmaj/passeig/platomi2.htm

Ø Se encuentra en el libro VII de la República. En la narración de este mito se sintetiza el pensamiento platónico en torno: al hombre, al mundo de las ideas y al conocimiento de la realidad.
Ø El mito del carro alado y la división tripartita del alma.

5. Paralelismo entre los grados de conocer y los grados de ser (símil de la línea dividida)

NUEVA LÍNEA DEL TIEMPO


El día 12 de diciembre de 2008 la Directora General de Política Educativa, Dña Carmen Martínez Hurtasun, los representantes de la empresa Comex y Manuel Gistain, autor de la idea, han presentado en el Departamento de Educación la herramienta Línea Temporal (http://catedu.es/linea_temporal/) que ya está a disposición de todos nuestros usuarios.Se trata de una herramienta pensada para presentar la línea temporal de la historia de Aragón con referencia a la historia de España y las épocas históricas. Lo que de por sí ya es una novedad y tiene una muy amplia utilidad en el trabajo docente.Pero lo más novedoso es que va a permitir la creación de nuevas línea de tiempo a los docentes que lo soliciten, como un servicio más de los que ofrece CATEDU. En breve se prepará la documentación necesaria para poder realizar esos trabajos y cuando sea posible se podrá solicitar usuarios con permisos para la creación de esas líneas de tiempo.Cada usuario podrá crear sus lineas de tiempo y usarlas en sus clases para explicar o como tarea de los alumnos, Cuando alguno de los trabajos alcance la categoría suficiente, se podrá publicar como una línea más al alcance de todos los visitantes del portal.

domingo, 16 de noviembre de 2008

PLATÓN O LOS IDEALES POLÍTICOS






PLATÓN O LOS IDEALES POLÍTICOS







  1. VIDA (http://www.webdianoia.com/platon/platon_bio.htm)
    i. Los estudios de Platón
    ii. Los viajes de Platón
    iii. La Academia y sus programas


  2. TEORÍAS:

LA TEORÍA DE LAS IDEAS DE PLATÓN

(http://www.webdianoia.com/platon/platon_fil_ideas.htm; http://www.revistadefilosofia.com/13-02.pdf; http://generacionm.blogspot.com/2005/09/la-caverna-de-jos-saramago.html)

  1. Plan Filosófico. Objetivos de la teoría.
  • POLÍTICO: Platón intenta conseguir la reforma del Estado ateniense, que lo consideraba fuertemente deteriorado por la influencia sofista escéptica. Los que gobiernan deben ser filósofos, no por ambición, sino en conformidad con el mundo de las ideas.
  • ÉTICO: Platón, discípulo de Sócrates, mantiene el intelectualismo moral de éste. Así fundamenta la virtud en el saber. Alguien será bueno y justo si conoce las ideas de bondad y de justicia. Las ideas son eternas e inmutables.
  • CIENTÍFICO: La ciencia (epistéme) trata sobre los objetos estables y permanentes. Los objetos sensibles son cambiantes. Por este motivo, la ciencia necesita entonces de la existencia de las ideas.

2. Contexto histórico


3. Formulación y caracterización de la teoría:

  • Aparece en el periodo de madurez en el que escribe Fedón, Fedro y la República.
  • Tesis fundamental
  • Antecedentes de la teoría
  • Concepto de idea.
  • Dualismo cosmológico: caracterización de ambos mundos.
  • Tipos de ideas y jerarquización: las ideas están jerarquizadas, es decir, unas son más importantes que otras en la escala ontológica, y rigen las superiores sobre las inferiores. En la cumbre de todas las ideas aparece la idea de BIEN (causa última de la verdad y causa última del ser de las cosas). Debajo de ella se encuentran las ideas de BELLEZA, JUSTICIA, UNIDAD y SER. Por debajo, las ideas de opuestos: MOVIMIENTO/REPOSO,IDENTIDAD/DIVERSIDAD,IGUALDAD/DESIGUALDAD; más abajo las ideas MATEMÁTICAS (números, figuras geométricas) y después las ideas de las COSAS SENSIBLES (hombre, caballo, mesa, hoja). Por estar jerarquizadas, el conjunto del as ideas forma un SISTEMA que se presenta como clave explicativa del mundo físico y del mundo moral. Por tanto, el conocimiento de las ideas sirve para conocer las esencias, pero también para orientar el comportamiento moral.

4. Implicaciones

5. Revisión y objeciones

  • No comprende la sintaxis filosófica. Fracasa en cuanto se trata de ver lo grande que es el abismo entre lo universal y lo particular.
  • Platón se halla continuamente en confusión, porque no entiende los términos relativos.
  • Según Platón, el conocimiento y la opinión deben referirse a diferentes cuestiones. Según éste lo que en algún momento puede ser tema de opiniones nunca puede serlo de conocimiento.
  • ¿Existen ideas para todas y cada una de las cosas?
  • ¿En qué medida participan o imitan los particulares de sus correspondientes ideas?
  • Para unir el particular con la Idea hace falta una conexión. Esta conexión ¿es una nueva idea?

domingo, 2 de noviembre de 2008

RECOMENDACIÓN DE ALGUNAS LECTURAS DE CURSO








Parafraseando a Alberto Manguel (Diario de lecturas, Madrid, Alianza Editorial, 2004, pág. 9) hay libros que leemos con superficial interés olvidando una página cuando empezamos la siguiente; los hay que leemos con reverencia, otros que sólo ofrecen información y excluyen cualquier comentario nuestro; otros aún que, como nos han gustado durante mucho tiempo de manea íntima, sólo podemos repetirlos palabra por palabra, ya que los conocemos de memoria. Y otros muchos, por fin, que participan de todo lo anterior y que en lugar de provocar nuestro silencio nos exigen que respondamos con una opinión (no olvidéis que leer es un diálogo), una idea, una pregunta, un recuerdo, un deseo... Los libros que os propongo a continuación como lectura de curso espero que sean de estos últimos:




  • CAPRA, Fritjof, La ciencia de Leonardo. La naturaleza profunda de la mente del gran genio del Renacimiento, Barcelona, Anagrama, 2008. Fritjof Capra demuestra que Leonardo fue el «padre (no reconocido) de la ciencia moderna». A partir del examen de más de seis mil páginas de los cuadernos de notas que han sobrevivido, Capra explica que Leonardo abor­dó el conocimiento científico con la mirada del artista. Sus estudios de las formas vivas y de las inertes lo con­vierten en un precursor del enfoque empírico y siste ­mático de la observación de la naturaleza, lo que hoy se conoce como método científico. Las exploraciones cientí­ficas de Leonardo abarcaban un espectro muy amplio. Estudió los patrones de vuelo de las aves para crear al­gunas de las primeras máquinas de volar. Con su conoci­miento de las palancas, las trayectorias y las fuerzas, di­señó armas. Estudió óptica y las funciones del corazón humano. Era un genio de la mecánica, y sin embargo su visión del mundo no era mecanicista, sino orgánica y ecológica. «Hace que nos preguntemos, al igual que Capra, si la historia de la ciencia no habría sido muy diferente de haber sido publicadas las notas en su tiempo y no cua­trocientos años después de su muerte» (Oliver Sacks).
  • CRITCHLEY, Simon, El libro de los filósofos muertos, Madrid, Taurus, 2008.«¿La muerte? No pienso en ella». Si este comentario, atribuido a Jean-Paul Sartre, es cierto, entonces él era único entre los filósofos. Ya que, como Simon Critchley muestra en este original y estimulante libro, la cuestión de qué puede considerarse un «buena muerte» ha sido, desde tiempos muy remotos, la preocupación central de la filosofía.Pero ¿qué hay de las propias muertes de los filósofos? De las 190 que aquí se relatan, muchas son extravagantes, y abundan las historias de locura, asesinatos, suicidio y padecimiento. Heráclito murió asfixiado en el estiércol; Empédocles se zambulló en el Etna esperando convertirse así en un dios; las últimas palabras de Hegel, refiriéndose a sí mismo, fueron: «sólo un hombre me ha comprendido en la vida, y aun él creo que no me comprendió»; Jeremy Bentham se hizo disecar, y se halla, a la vista de todos, en el University College de Londres; Nietzsche sufrió una lenta y estúpida muerte a raíz de haber besado a un caballo en Turín...Desde la autoburla de los maestros zen en los haikus en su lecho de muerte hasta las últimas palabras de los santos cristianos o de los sabios contemporáneos, El libro de los filósofos muertos inspira tanto diversión como reflexión. Como Critchley demuestra con brillantez, observar de cerca lo que los grandes pensadores dijeron de la muerte resulta ser una optimista indagación sobre el significado y la viabilidad de la felicidad humana. Para aprender a vivir hay que saber morir. Puedes leer un fragmento del libro en la siguiente dirección: http://www.casadellibro.com/capitulos/9788430606771.pdf
  • PAYNE, Stanley G., España. Una historia única, Madrid, Temas de Hoy, 2008. A continuación os reproduzco tal cual la crítica que al mencionado libro de Payne le hace el profesor Ricardo García Cárcel (véase el Cultural del ABC, publicado el sábado día 22 de noviembre, pág. 20): " No se si Stanley G. Payne es «el hispanista más prestigioso» como reza el subtítulo del libro que acaba de publicar este historiador. Lo que, sin embargo, es incuestionable es que se trata de uno de los grandes del hispanismo anglosajón. Payne nació en 1934 en Denton, al norte de Texas. A partir de 1955, comenzó a dedicar su investigación a España. Conoció a algunos de los exiliados españoles en Estados Unidos (González López, Eloy Vaquero, González Malo, Joaquín Maurín, Francisco García Lorca?). Maurín lo puso en contacto con Julián Gorkin que, a su vez, lo presentó a Ridruejo. Antes de viajar a España estuvo en París donde conoció a José Antonio Aguirre y a Rodolfo Llopis. Llegó a España en 1959 y su primer contacto en nuestro país fue con Vicens Vives. Después, trató mucho a Juan Linz y Javier de Lizarza. Escribió en la Universidad de Columbia su tesis doctoral sobre la Falange. Volvió a España en 1967 para trabajar sobre el Ejército, tema al que dedicó también un libro. Obra inmensa. Se asentó como catedrático en Wisconsin y desde entonces ha publicado, entre otros libros, La Revolución española (1970); Historia de España y Portugal (1973); El nacionalismo vasco (1974); El fascismo (1982); El régimen de Franco (1987); La primera democracia española: la Segunda República (1933); Historia del fascismo (1995), Franco y José Antonio (1997); Unión Soviética, comunismo y revolución de España (2003) y, por último, los tres libros publicados en La Esfera de los Libros (El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil -2005-; Cuarenta preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil -2006-; Franco y Hitler. España, Alemania y la Segunda Guerra Mundial -2008-). Una obra, como puede verse, inmensa. El libro que ahora edita Temas de Hoy es una síntesis de lo que han constituido las principales inquietudes de Payne como historiador e hispanista. La primera evidencia es su sutileza a la hora de huir del maniqueísmo simplista. Ni el complejo de superioridad redentorista de algunos hispanistas foráneos ni el paternalismo romántico superficial. Payne aborda todos los problemas de la historia reciente de España, haciéndose permanentemente preguntas que rompen los tópicos y verdades repetitivas, y relativizando la distribución de las responsabilidades, sin apriorismos ni complejos. Valores de la transición. En la tercera parte del libro se dedica a recorrer algunos de los grandes debates historiográficos en torno a la República y a la Guerra Civil, poniendo en evidencia la escasa cobertura de republicanos históricos con los que contó la República, la compleja serie de causas que explican la llegada de ésta (la significación de 1934 y la «tesis de la quiebra» de la República constitucional, las iniciativas para evitar la contienda, la naturaleza del plan de los rebeldes, la explicación exógena?), la dialéc-tica Madrid-Moscú, la conexión de la Guerra Civil con las guerras mundiales, la significación de José Antonio y las peculiaridades del fascismo español, el perfil de Franco o el papel del ejército. Lo más novedoso respecto a la obra ya publicada de Payne quizá sea, en este apartado del libro, sus reflexiones finales sobre la polémica en torno a la memoria histórica, donde cuestiona las tesis que pretenden enterrar los valores de la transición como presunto pacto forzado de olvido y denuncia la sublimación paralela del mito de la República feliz. La segunda característica de la obra de Payne que este volumen permite ratificar es su capacidad para el contraste comparativo que cuestiona el complejo de la excepcionalidad hispánica. Por eso, me parece impropio el título del libro. A mí me ha interesado especialmente, la segunda parte, en la que elabora un ensayo de la Historia de España, donde revisa sistemáticamente no sólo los tópicos tradicionales de lo que él llama el «Gran Relato Nacional» sino las revisiones deconstruccionistas de las últimas décadas. La revisión de la revisión aplicada a la valoración del goticismo, los orígenes de la Reconquista, las relaciones cristiano-islámicas, la Cruzada como ideología nacional, el occidentalismo español, la significación del Imperio y del nacional catolicismo, la interpretación de la decadencia, el valor de la tolerancia y el liberalismo? Barridos los viejos mitos, se entierran también los nuevos: el indigenismo astur, el idilio de las tres culturas, la tibetanización de España, el síndrome de fracaso...Nuevos mitos. Hoy es fácil cuestionar los tópicos clásicos, pero es muy difícil tan sólo matizar los nuevos mitos que la historiografía revisionista ha fabricado a lo largo de las tres décadas de democracia. Payne lo hace con valentía y con extraordinarios conocimientos. Un libro no políticamente correcto, muy de agradecer en los tiempos que vivimos".
  • SARAMAGO, José, El viaje del elefante, Madrid, Alfaguara, 2008. José Saramago, un 'cervantino' admirador de Kafka y Borges, cree que la mejor novela surge de la imaginación y no de las vivencias. Se muestra escéptico con la literatura ibérica, donde apenas ve con el premio Nobel a dos escritores. "Es un libro donde no se notan ni los 86 años ni la enfermedad que he tenido que soportar", asegura Saramago que también confiesa que, sólo por esa circunstancia, la obra tiene ya para él un carácter especial y le ha mostrado que mantiene la vitalidad creativa. "Le han llamado un libro luminoso. Es un libro que no tiene nada de tétrico y podría tenerlo", afirma el autor, para quien su más reciente producción esta "llena de humor" y no refleja nada de lo que pudo pensar, sentir o imaginar cuando, hace un año, una afección pulmonar le obligo a ser hospitalizado en un estado grave. Desde su austero despacho en la sede lisboeta de la fundación que lleva su nombre, el escritor recuerda, ya recuperado, que apenas había escrito 40 de las 260 páginas de esta obra, "una metáfora de la propia vida humana", cuando tuvo que interrumpirla. Su terminación fue "una gran victoria" tanto por el hecho de sanar y poder concluirla como por "decirse a sí mismo que la capacidad creativa no se agotó", admite Saramago al recordar que estuvo "entre esto y aquello, y en algún momento más próximo de aquello que de esto". La obra, que salió este mes en Portugal y se presenta la semana próxima en Brasil, se publica cuando el escritor portugués acaba de cumplir 86 años y conmemora diez de la concesión del Nobel, dos "coincidencias" que le obligan a romper la vida tranquila que le gusta llevar en Lisboa o la isla de Lanzarote. El relato: en el libro -un cuento muy largo y no una novela para su autor- la nobleza, los militares y la Iglesia no salen bien parados y Saramago asegura que su crítica "no la hace de forma gratuita sino porque es necesario desmitificar instituciones, o lo que sea, que se nos presentan como algo sin lo que no podríamos vivir." En la historia del traslado de Lisboa a Viena de un elefante regalado en el siglo XVI por el rey de Portugal al archiduque de Austria, Saramago recurre a esas técnicas narrativas y la obra juega con el papel didáctico del Quijote, "de alguien que tiene algo para proponer, para enseñar". En materia estilística, en "El viaje del elefante", Saramago hace una doble afirmación de sus postulados literarios sobre la figura del narrador, que rechaza de plano, y la función oral y estética de las mayúsculas y los signos de puntuación. "Lo que cuenta no es tanto la experiencia, lo que cuenta es la imaginación, la capacidad de inventar", sostiene Saramago, quien recalca: "Eso es la literatura". Con esta obra, el Nobel luso cree haber resuelto el problema "instituyendo la figura del autor-narrador", que no sólo se limita a contar la historia sino que interviene con comentarios, algunos anacrónicos, y revela que dicta a su antojo en el relato. "Lo mejor que me ha ocurrido -confiesa- es estar veinte años sin publicar nada y prácticamente sin escribir". "Cuando a finales de los 70 vuelvo a la escritura tenía casi 60 años. Con esa edad normalmente la obra de un escritor está hecha, en lo esencial, y yo no tenía nada", sentencia Saramago resumiendo con dureza su producción de entonces. En 1977 el 'Manual de pintura y caligrafía', marca un renacer del viaje literario en el que ahora acaba de completar otra travesía: "La crítica lo tomó como una especie de manifiesto -evoca el Nobel- donde sin que yo me diera cuenta se contenían ya las ideas que serían desarrolladas en las novelas siguientes". Ese recorrido narrativo concluye por ahora en el viaje de miles de kilómetros de un elefante "que no tiene nada que ver con lo que está pasando alrededor suyo", observa el escritor, y una conclusión casi cómica, con "algo de irrisorio", cuando, muerto el animal, le cortan las patas para convertirlas en un ornamento. Sin duda estamos ante un escritor cervantino. Este "cervantino" admirador de Kafka y Borges, cree que la mejor novela surge de la imaginación y no de las vivencias y se muestra escéptico con la literatura ibérica, donde apenas ve con el premio Nobel a dos escritores. Aunque cuesta arrancarle los nombres, el Nobel portugués destaca en el panorama de las letras españolas al extinto Gonzalo Torrente Ballester que "mereció y no tuvo" el galardón y que ni siquiera ve suficientemente reconocido en su propio país. En Portugal "hay quien aspira al nobel desde antes que lo tuviera yo -señala Saramago- y todavía lo espera", pero ve a Gonçalo M. Tavares como el mejor exponente de una nueva generación, "con la que ha regresado la imaginación, la invención, el gusto del idioma, la palabra", y puede conseguir el premio dentro de un par de décadas. "Hay quien dice que yo soy un escritor cervantino -abunda-, digamos que de tercera o cuarta categoría, porque a Cervantes no lo iguala cualquiera". Un capítulo del libro os lo podéis descargar en el siguiente enlace http://www.alfaguara.santillana.es/novedades/
  • JACKSON, Gabriel, Negrín, Barcelona, Crítica, 2008. Si hay algún dirigente republicano denostado (todos lo fueron) hasta la crueldad más insaciable por los vencedores de la guerra civil, éste fue, sin duda alguna, el doctor Negrín. Por su parte, los gobiernos democráticos posteriores a la dictadura no han tenido el coraje --o nunca tuvieron la más mínima intención-- de reivindicar una figura que no hace más que ennoblecerse con el paso del tiempo. El gran historiador norteamericano Gabriel Jackson, que hace 40 años escribió el que, sin duda, fue durante decenios el mejor libro sobre la República y la guerra civil, nos ofrece aquí una visión poliédrica de Juan Negrín como fisiólogo, como médico, como profesor, como lingüista y como gestor financiero. Y nos cuenta cómo el doctor Negrín sacrificó su vida de científico, primero, para consagrarse por entero a la joven República española y, más tarde, para defenderla hasta el fin contra el levantamiento militar. Tanto en su condición de ministro de Hacienda responsable del envío del oro de la República a la Unión Soviética, como en su papel de jefe del Gobierno dispuesto a cooperar con los asesores militares rusos y, sobre todo, a llevar hasta el límite su consigna de "resistir es vencer", la figura de Juan Negrín que se nos aparece aquí de la mano de Jackson, quien no oculta ni minimiza ninguno de sus fallos como ser humano, es no ya la del líder más capaz de todos los de la República, sino también la de un estadista de talla europea que supo ver con mayor lucidez que sus colegas británicos o franceses en qué iban a desembocar las agresiones de Hitler y Mussolini.
  • MÉNDEZ, Alberto, Los girasoles ciegos, Barcelona, Anagrama, 2004. Un capitán del ejército de Franco que, el mismo día de la Victoria, renuncia a ganar la guerra; un niño poeta que huye asustado con su compañera niña embarazada y vive una historia vertiginosa de madurez y muerte en el breve plazo de unos meses; un preso en la cárcel de Porlier que se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ser calificado de verdugo; por último, un diácono rijoso que enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la sangre purificadora del vencido. Son historias de los tiempos del silencio, cuando daba miedo que alguien supiera que sabías. Cuatro historias, sutilmente engarzadas entre sí, contadas desde el mismo lenguaje pero con los estilos propios de narradores distintos que van perfilando la verdadera protagonista de esta narración: la derrota. Premio Nacional de Literatura 2005, Premio de la Crítica 2005, Premio Setenil 2004. Una interesante recensión sobre el mismo podéis encontrarla en http://www.literaturas.com/v010/sec0601/libros/resena-05.htm
  • TODOROV, Tzvetan, El miedo a los bárbaros, Galaxia Gutenberg/ Círculo de lectors, Barcelona, 2008. Tzvetan Todorov quizás sea uno de los intelectuales de hoy con más sentido común, es decir, siguiendo ese espíritu de la Ilustración: uno de los más civilizados. El miedo a los bárbaros es una admirable meditación sobre lo civilizado y sobre lo bárbaro, pero también un ensayo, de gran sutileza, sobre nuestras posibilidades, individuales y colectivas, de entendernos con los otros y desarrollar al tiempo nuestros anhelos desde la doble perspectiva de la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Bárbaro es quien no reconoce en el otro la igualdad humana, que el civilizado, en cambio, admite. Para el bárbaro la diferencia del otro es una amenaza, para el civilizado (ese heredero crítico de Hume, Rousseau y Kant, por poner tres figuras caras a Todorov), algo que debo aceptar en el horizonte de un marco mayor (el de la justicia, los derechos universales, etc.) y también la característica de mi propia posibilidad. El miedo a los bárbaros no sólo inventa al enemigo sino que nos barbariza. El contexto histórico de las reflexiones de Todorov es el actual: un espacio de choques y relaciones tensas entre las democracias occidentales y el mundo musulmán en primer lugar, pero también de la presencia de inmigrantes de culturas distantes y distintas, de la salvaguarda de los logros institucionales y sociales occidentales y el terrorismo, con su respuesta: la invasión, la guerra. Lejos de situarse en el lugar del bien, nuestro autor sabe que la mejor forma de luchar contra los males ajenos es no imitarlos. Defensor de las diferencias culturales, lo hace siempre sin perder el horizonte de la convicción moral que se articula en los derechos humanos. Creo que el capítulo «La guerra de los mundos» supone una notable aportación en el deslinde entre aspectos religiosos y políticos, entre los límites de la identidad y el reconocimiento de lo que nos une y nos ampara en la diversidad. Ilustración y modernidad. Esta obra se apoya en una rica exploración previa. Todorov ha escrito varios libros que están relacionadas con el anterior: El espíritu de la Ilustración (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) es una visión crítica que supone la revisión (refundamentación) de los presupuestos en los que se sustenta nuestra modernidad, desde la tecnología y la idea de Europa a la tensión entre la autonomía individual y la finalidad y responsabilidad colectiva. Por otro lado, Todorov se hace cargo de un lugar que ya es común: la Ilustración supuso el inicio de una autoridad a nivel del hombre, no sobrenatural, y el corolario: el desen-cantamiento del mundo o, más filosóficamente, la pérdida del estatuto metafísico para nuestras certezas y creencias. Entre los males, Todorov se hace cargo de la sospecha recaída sobre los ilustrados de que en ellos se halla el fundamento ideológico del colonialismo europeo del siglo XIX y comienzos del XX. La universalidad de los valores sería el concepto invasivo, y de hecho, autores como Lévi-Strauss, añado por mi cuenta, han defendido el relativismo cultural, de manera compleja, es cierto, frente al optimismo, digamos, de un Condorcet. Diferencia. Otro monstruo que se le atribuye a la Ilustración es ser madre de los totalitarismos modernos: sustrayendo el conocimiento de la tutela de la moral y a la verdad, del bien, el hombre erige los valores que cree convenientes en nombre de la razón, de la clase obrera o de la revolución. Todorov cita en este sentido a algunos detractores cristianos del siglo pasado: Eliot, Solzhenitsyn, pero quizás habría que señalar que es una crítica que también se ha hecho, y de manera más rigurosa, desde el pensamiento liberal y desde los desmitificadores del marxismo, desde Berlin hasta Papaioannou. Todorov, que no es relativista, reivindica la herencia ilustrada del reconocimiento del otro en su extrañeza y diversidad, no como instrumento de la encarnación de nuestro ideal sino en cuanto que humanidad común: el cultivo de la diferencia en el reconocimiento de lo que la permite: los derechos humanos. Dicho de otro modo: Todorov lee el legado de la Ilustración dando un valor fuerte a las nociones de autonomía, laicismo, verdad y universalidad. Rousseau. De Rousseau decía Berlin que era el padre del romanticismo, del individualismo, pionero del socialismo, comunismo, liberalismo democrático? También habría que hablar de los tópicos que falsamente se le atribuyen a Rousseau, tal como el de creer en el buen salvaje? Todorov no ignora su influencia y trata de desbrozar este legado en su Frágil felicidad (Gedisa), como antes de ambos hiciera con lucidez Ernest Cassirer. Esta inteligente obrita repasa varias de las ideas del autor del Emilio e ilumina con la vida de Rousseau muchos de los admirables embrollos relativos al ciudadano, el solitario, la moral, la educación individual y colectiva. Una frase admirable del gran padre de todo: «Nuestra más dulce existencia es relativa y colectiva, y nuestro verdadero yo no está por completo en nosotros». Así, tanto Rousseau como Todorov, nos enseñan a desterrar el bárbaro de nosotros mismos.
  • DELIBES, Miguel, El hereje, Madrid, Ediciones Destino, 1998. Hace trece años un asiduo a la tertulia que Miguel Delibes frecuentaba en Valladolid le enseñó un ensayo sobre los luteranos en esa ciudad. De esa "sorpresa" nació en 1998 "El Hereje", la última novela del escritor, que Destino con motivo del 10º aniversario de su publicación. "Quizá la idea -que recrea la historia de un foco protestante en el Valladolid del siglo XVI- nació de una sorpresa", ha desvelado Delibes en una reciente entrevista con Efe, en la que explicaba que la novela se gestó en una tertulia celebrada en Valladolid tres años antes de su publicación. Un día de 1995, un tertuliano, abogado penalista, le enseñó un capítulo que Marcelino Menéndez y Pelayo le dedicaba en su "Historia de los heterodoxos españoles" al foco luterano de Valladolid. Delibes, que cumplió el 17 de octubre 88 años, escribió la novela entre la primavera de aquel año y el 29 de septiembre de 1998, cuando se publicó, y la redactó en Sedano (Burgos), donde tiene una casa, y su domicilio de Valladolid. El Hereje, una de las novelas más largas, densas y complejas que Delibes ha escrito, supuso de alguna forma el arranque de lo que luego sería una prolífica veta: el relato histórico que, como él mismo dice, "ha criado bien". La que, según ha asegurado, es su última novela porque "el escritor se acabó hace diez años en el quirófano", es la única dedicada íntegramente a la ciudad de Valladolid, en la que por primera vez la nombra de forma explícita, en una suerte de pago de cuentas desde el punto de vista afectivo y literario. "De vez en cuando hay que echar un pulso a los deseos" para acometer proyectos literarios de la envergadura de "El hereje", afirmaba Delibes en una entrevista. La novela contiene también alguna de las claves y constantes de su obra, ya que narra la vida de un perdedor, está ambientada en su ciudad natal, la historia no engulle a la ficción y fue escrita entre Valladolid y Sedano, los dos puntos cardinales de su autor.Muy interesante ressulta la entrevista que el pasado sábado día 1 de noviembre de 2009 le hacía el periódico ABC y que podéis leer en la siguiente dirección: http://www.abc.es/20081101/cultura-cultura/dejemonos-franquismo-transicion-constitucion-20081101.html







lunes, 27 de octubre de 2008

HISTORIA DE ESPAÑA: DEL SEÑORÍO A LOS MORISCOS



A continuación te presento la siguiente tarea obligatoria. De los artículos que te propongo deberás examinarte por escrito del texto que tú prefieras. El control sobre dichos artículos tendrá lugar en el próximo examen parcial en el que te examinarás del vocabulario de selectividad. Los textos que te propongo son los que rezan a continuación:




martes, 21 de octubre de 2008

PORTALES DE INFORMACIÓN Y ORIENTACIÓN PROFESIONAL

Para todos aquellos que todavía estáis indecisos y no tenéis claro hacia dónde orientar vuestras vidas en, al menos, los próximos cinco años, a continuación os comentó algunos portales que os pueden resultar de interés:
  • http://orienta.mecd.es/orienta/piop/jsp/index.jsp. Portal del ministerio de educación y ciencia donde podéis encontrar información sobre ¿qué estudiar y dónde estudiar?, orientación profesional sobre distintas profesiones, así como información relativa a la oferta de empleo.
  • http://www.eligeprofesion.org/pro_001.asp?ipag=1 La Guía tiene la aspiración de convertirse en una herramienta que colabore en vuestra elección profesional y que sirva muy especialmente al objetivo de que encaréis vuestro futuro desde una visión igualitaria basada en el único criterio efectivo que toda persona debiera tener en cuenta al elegir profesión: sus propios deseos y aptitudes. Elaborada por el Instituto de la Mujer de la Región de Murcia, cuida especialmente la igualdad de género.
  • http://fp.educaragon.org/index.asp Los que busquéis información sobre formación profesional en Aragón, es de obligada consulta la página web del Gobierno de Aragón. Allí encontraréis información de todo tipo.

Tarea 4º ESO: PRIVILEGIO DE VEINTE


Elabora una breve definición (máximo diez líneas de extensión) de los tres términos que se señalan a continuación:

Acerca del PRIVILEGIO DE VEINTE (http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=10429) podéis leer lo que sigue, así como el correspondiente enlace de la GRAN ENCICLOPEDIA ARAGONESA :

  • Otorgado por Alfonso I a la ciudad de Zaragoza en 5-II-1129, y así llamado porque se prevé que aquélla elija o jure a los veinte mejores hombres. También se le conoce como privilegio del daño por el daño o "tortum per tortum", porque autoriza a los pobladores de Zaragoza para que si alguien les inflige un daño puedan pignorarle y castigarle en Zaragoza, prendándole donde mejor puedan y sin esperar ninguna otra justicia, así como a que no se dejen forzar por ningún hombre, sino que en este caso todos a una le destruyan sus casas y todo lo que tenga en Zaragoza y fuera de Zaragoza.

martes, 14 de octubre de 2008

EL RINCÓN DEL LECTOR (II): LAS GANAS DE ESTUDIAR Y CÓMO CONSEGUIRLAS Y DISFRUTAR CON ELLAS


La curiosidad, las "ganas de saber" constituyen un componente fundamental de la naturaleza humana, pero ¿por qué se resisten a convertirse en "ganas de estudiar"? Para responder a esta pregunta os planteo la lectura de tres libritos escritos en un lenguaje claro y comprensible que nos pretenden enseñar a descubrir el gusto por la investigación y la emoción del descubrimiento, a comprobrar cómo la voluntad y la curiosidad pueden mejorar radicalmente vuestro rendimiento escolar, proporcionando motivaciones para hacer que os apasioneis por el estudio.



  1. PIATTELLI PALMARINI, Massimo, Las ganas de estudiar. Cómo conseguirlas y disfrutar con ellas, Barcelona, Crítica, 2004 (1ª ed., de 1992). Si las ganas de saber constituyen un componente fundamental de la naturaleza humana, ¿por qué se resisten tanto a convertirse en ganas de estudiar? En él se desvelan cuáles son esas claves. En este libro, de lectura obligatoria para alumnos, padres y maestros, Palmarini, uno de los expertos mundiales en problemas de aprendizaje, nos explica con todo detalle los misterios de "las ganas de estudiar" y su aprendizaje. Incluye las claves que pueden mejorar el rendimiento de cualquier estudiante, incluso de los más "pasotas". En todo caso, os adelanto algunos contenidos del libro.


  2. BATTENER ARIAS, Paz et alii, Aprender y enseñar: la redacción de exámenes; Madrid, Machado Libros, 2001. Por más que pensemos en cambiar la enseñanza, parece inevitable que los exámenes escritos sigan cumpliendo una función esencial en los procesos de evaluación. Por ello, este libro se propone dar respuesta a una pregunta básica en la evaluación de la educación, ¿Cuál es el nivel de competencia escrita que logran nuestros estudiantes al final de sus estudios medios? Para ello, en este libro encontraréis las fórmulas para redactar de un modo discursivamente adecuado vuestros exámenes.


  3. CASSANY, Daniel, La cocina de la escritura, Barcelona, Anagrama, 2003. Este libro constituye un verdadero manual de redacción para todos aquellos que escribimos, recogiendo lo más importante de la tradición occidental de la redacción. Es casi como un curso práctico de redacción que Daniel Cassany dirige a cualquier persona que pueda encontrarse alguna vez con la ardua o gratificante tarea (según la ocasión) de llenar con palabras una página en blanco. El autor entabla un diálogo ficticio con el lector para mostrarle la forma más adecuada de buscar, organizar y desarrollar ideas para componer un texto que se ajuste a sus propósitos. Este recorrido por el arte de escribir es facilitado gracias a la gran cantidad de ejemplos, correciones, esquemas..., algunos hechos a mano por Cassany o intercalados en el texto de la obra ( p. ej. pág.149, primer párrafo, pág. 151, tercero y cuarto), que nos ayudan a ver claramente la teoría que se nos está explicando.

lunes, 6 de octubre de 2008

EL RINCÓN DEL LECTOR (I): QÚE HAY QUE LEER ANTES DE ACOSTARSE



A continuación os propongo una serie de lecturas que os pueden ser de utilidad e interés:
  • Jorge Wagensberg, físico y divulgador científico, acaba de publicar un libro de aforismos titulado A más cómo, menos por qué, con el que continúa la recopilación de “reflexiones reducidas a la mínima expresión” iniciado en Si la naturaleza es la respuesta ¿cuál era la pregunta? Desde Smartlab le pedieron algo que él mismo confesó no haber hecho todavía: escoger sus 10 preferidos y comentarlos. Eran conscientes de que explicar un aforismo puede sacrificar el inmenso placer de descubrir por uno mismo la enorme y profunda carga conceptual que poseen estas aparentemente inofensivas frases, pero Wagensberg se limitó hábilmente a insinuar pistas que nos acerquen a la raíz del mensaje del aforismo sin desvelar abiertamente su misterio. También ha añadido ejemplos y comentarios que expanden todavía más la información que sugieren estas cortas frases de larga lectura. Espero que os guste, a mí me fascinan. A este respecto véase el siguiente enlace perteneciente a la Comunidad Smart, espacio para la divulgación científica. En esta misma líneas tampoco os perdáis el blog de divulgación científica EspacioCiencia.
  • Están obteniéndose los primeros resultados de experimentos científicos sobre los liderazgos en la historia de la evolución. ¿Quiénes aparecieron primero, los seguidores o los líderes? ¿Han cambiado perceptiblemente las cualidades y defectos de los líderes? ¿Siempre fueron elegidos o impuestos al margen de lo que pensaban los seguidores? ¿Cuál ha sido el peso del sexo en la condición de líder o jefe? ¿Quién manda ahora, si manda alguien? En tiempos de crisis, ¿quién es mejor que mande, hombres o mujeres, jóvenes o personas de edad? Todo el mundo querrá conocer los primeros resultados de esta búsqueda e investigación, pero –con toda seguridad– los accionistas y dirigentes de empresas más que nadie. Véase el artículo que lleva por título ¿Quién elige al jefe? de Eduardo Punset.
  • Impresionante me parece el documental que lleva por título "Aprender a cocinar nos hizo humanos". En el mismo, Eduardo Punset entrevistó el pasado 29 de septiembre de 2008 al antropólogo Richard Wrangham de la Universidad de Harvard, buscando los orígenes de nuestra inteligencia y de los comportamientos más humanos. No olvidemos que el desarrollo de nuestra inteligencia, así como de nuestro cerebro tiene mucho que ver el hecho de que seamos la única especie que cocinamos nuestros alimentos.

lunes, 29 de septiembre de 2008

LA TIERRA Y SUS FRUTOS: SEÑORES Y CAMPESINOS




Durante la etapa histórica que conocemos con el nombre de Edad Moderna, y también de Antiguo Régimen, el dominio de la economía agrícola sobre el resto de las actividades económicas fue aplastante, y esto sucedía en un mundo intensamente ruralizado con una agricultura profundamente retrasada, consecuencia de unas condiciones técnicas sumamente deficientes y muy marcada por las condiciones climáticas y edafológicas. Así, la mayoría de los productos de uso común procedían del campo (los alimentos, las materias primas para la industria, los materiales para la construcción, etc) en una época caracterizada por los espectaculares intercambios ultramarinos y las grandes manufacturas, pero también por una producción tradicional y unos bajos rendimientos, en lo que al sector dominante se refiere.

En consecuencia, la economía aragonesa se hallaba lógicamente inmersa en las coordenadas que acabamos de exponer: predominio aplastante de la agricultura de subsistencia (cuando menos el 80% de la población activa encontraba en las tareas del campo su ocupación principal), bajos rendimientos, insalvables limitaciones tecnológicas, labores poco profundas, lo que unido a la ausencia casi total de abonos, motivaban que las cosechas dependieran casi exclusivamente de las condiciones climáticas y que la colonización de nuevas tierras se presentase como el principal y más generalizado medio de aumentar la producción. Precisamente fue este predominio de la economía agrícola lo que determinó que Aragón se organizase social y políticamente en torno a la tierra.

De otro lado, los productos agrícolas constituían la mayor parte del volumen comercial del reino tanto interior como exterior. La compraventa de cereales, vino y aceite, etc., conformaba un elevado tanto por ciento de las transacciones comerciales realizadas por los mercaderes aragoneses.

En la economía del Antiguo Régimen, una buena cosecha permitía disponer de unos recursos económicos que indefectiblemente se invertirán en renovar el utillaje agrícola o el vestuario. Mientras que, por el contrario, una mala cosecha obligaba al campesino a restringir los gastos a lo estrictamente necesario. La demanda de productos manufacturados disminuía en relación a la extensión e intensidad de la mala cosecha. Si los malos años se sucedían, con ello llegaban la ruina, el hambre y la emigración y, por ende, la regresión tanto demográfica como económica.

Frente a la agricultura, el comercio y la industria presentaban un carácter subsidario, si bien la simbiosis agricultura-industria explicaría muchas cosas del Aragón del siglo XVI: un territorio relativamente bien poblado y una prosperidad que testimonian el urbanismo y la arquitectura de la época, pero también el volumen de negocios del que da idea la actividad económica recogida en los protocolos notariales de la centuria.

LA CENTURIA DEL RENACIMIENTO:LAS ROTURACIONES

A lo largo del siglo XVI, la superficie agraria, a pesar de las profundas limitaciones impuestas por las estructuras de la propiedad de la tierra, experimentó profundas transformaciones bajo el impulso de la coyuntura alcista de la centuria. Así, el crecimiento demográfico corrió paralelo al económico. La población aragonesa, que en 1495 estaba integrada por 51.540 fuegos, alcanzó a finales del siglo XVI una cifra cercana a los 80.000, lo que significaría un incremento cercano al 60%. Este crecimiento vino acompañado irremediablemente por un aumento en la producción tanto agraria como industrial. Una afirmación que, con todo, resulta difícil de apoyar con datos contundentes, ya que toda la documentación contable relativa a la producción (cuando los hubo) no se han conservado. No obstante, si que existen indicios de carácter local que pueden apoyar la afirmación inicial. En lo que respecta a la agricultura los estudios realizados hasta la fecha ponen de manifiesto un crecimiento de las tierras roturadas, aumento de los precios de arrendamiento de las rentas señoriales por parte de los mercaderes, una intensificación estimulada por el incremento de los regadíos e incluso una diversificación de los cultivos, con la dedicación de crecientes extensiones de terreno a plantaciones «especulativas» (morera, zumaque).

Todo este crecimiento trajo consigo una constante demanda de alimentos que nuestros antepasados intentaron satisfacer obteniendo de la tierra los recursos que demandaba su multiplicación. Ante tal disyuntiva, y tras desechar la emigración por razones de subsistencia, se dedicaron de lleno a incrementar los recursos de la agricultura. Ahora bien, dadas las limitaciones técnicas de la época y las propias condiciones climáticas de Aragón, el incremento de la producción agrícola únicamente podía conseguirse con la puesta en cultivo de nuevas tierras, mediante la extensión de los regadíos o la mejora de los ya existentes y, con carácter más local, mediante la mejora en la rotación de los cultivos con la introducción en el ciclo agrario de plantas forrajeras, industriales y leguminosas y la consiguiente disminución del barbecho.

Así a lo largo de la centuria vemos al aragonés afanosamente comprometido en la tarea de colonizar nuevas tierras. Las roturaciones se extienden por todas partes (unas tuteladas por los concejos, otras clandestinas). Poco a poco se conquistan terrenos abandonados durante la recesión de los siglos XIV-XV, pasando luego a las tierras vírgenes hasta llegar a poner en cultivo tierras marginales, que fue preciso abandonar poco después de las primeras cosechas.

Ahora bien, las roturaciones no podían extenderse indefinidamente. La calidad de las tierras unido a los condicionantes orográficos y técnicos de la época imponían forzosamente, antes o después, límites al proceso colonizador. El terreno montañoso no era apto para ser roturado. Sin apenas abonado y con un arado que no pasaba de arañar la tierra, algunas de las roturaciones fue preciso abandonarlas después de las primeras cosechas. Por otro lado, factores de orden económico y social, se sumaron a los ya enumerados para frenar el proceso roturador. El campesino, en su tarea de colonización, precisaba de animales de tiro y de los correspondientes aperos de labranza, que sólo en contadas ocasiones lograba adquirir. Además, esos animales de tiro no podían multiplicarse indefinidamente. El final de las roturaciones, por los factores anteriormente señalados ( a los que cabría sumar la oposición de los ganaderos), dejó en los lugares de secano y en la montaña, excedentes de población que dieron lugar a migraciones internas hacia la ciudad o hacia los valles, donde las posibilidades de obtener nuevos recursos eran mayores. En las riberas, el crecimiento de población llevó consigo una ingente tarea de puesta en regadío de nuevas tierras que fue paralela en unos casos y en otros posterior a la roturación.

LA EXPANSIÓN DEL REGADÍO

Es confortable constatar, através de la documentación, cómo el aragonés tenía una conciencia clara de lo que el agua era y representaba para él y sus vecinos. Esta convicción unida a la presión demográfica determinaron que los aragoneses durante todo el siglo XVI, aunque continuando con una tradición milenaria, desarrollaran una intensa tarea de ampliación del regadío primero para atajar la sequía y después para incrementar la productividad. Toda esta labor recayó ante todo sobre los concejos que se convirtieron en los principales agentes del cambio agrario. Fueron ellos los que respondiendo a la llamada de sus vecinos ampliaron la superficie regada. Casi siempre el concejo, al hacerse cargo de las obras, fue el encargado de buscar los sistemas de financiación que frecuentemente fueron las emisiones de censales (especie de préstamo hipotecario). Contrataron al maestro de obras y buscaron la financiación de las obras entre acaudalados aragoneses. Mercaderes, profesionales liberales y clérigos invirtieron su dinero en el campo mejorando la producción y la productividad, pero lo hacen como prestamistas, a la búsqueda de una renta, y no como propietarios o empresarios. Con este sistema se consiguió incrementar la superficie regada por todas partes. La nómina, por supuesto incompleta, es amplia. Caspe, Alcañiz, El Burgo, Zaragoza (Acequia Imperial 1529), Luceni, Rueda, Urrea, Plasencia, Tauste, Huesca, Barbastro, etc., son sólo algunos ejemplos de poblaciones que apostaron fuertemente por el regadío. El mismo Ebro mostraba una panorámica bien distinta de la actual con una masiva presencia de artefactos que extraían el agua de su cauce.

Por lo tanto, el regadío asienta y atrae población, incrementa los recursos y con ellos necesariamente la población, pero el regadío era una empresa cara, por la elevada inversión de la construcción y por los costes de mantenimiento. Además, los señores concederán permisos para la construción de regadíos pero no desarrollarán una política abiertamente favorable. Se preocuparon de dejar bien claro que los derechos sobre la propiedad del agua les correspondían y llegaron a entablar largos pleitos con sus vasallos. En definitiva, el regadío incrementó la producción pero no lo suficiente como para satisfacer las cargas y amortizar los costes de las obras, convirtiéndose a la postre en un factor más del sometimiento del campesinado.

EL SIGLO XVII, CRISIS O RECESIÓN

El siglo XVII representa la cara opuesta de lo que había sido el XVI. La actuación progresiva de una serie de factores negativos, expulsión de los moriscos, epidemias, guerra de secesión catalana, etc., determinaron que la superficie agrícola experimentara un fuerte retroceso, hasta el extremo de poder afirmar que hasta el siglo XVIII Aragón no alcanzó la población de fines del siglo XVI o principios del XVII. Esta regresión se tradujo en el mundo agrícola en un abandono de la superficie cultivada, que pasó a convertirse en erial. Con las tierras se abandonaron los regadíos que progresivamente se fueron deteriorando.

El primero de los desastres demográficos, la expulsión de los moriscos, se tradujo en el orden económico en una grave regresión del área cultivada. De Aragón salieron 61.000 moriscos (18,85% de la población). Sus tierras, ubicadas en el mejor terreno agrícola del reino (ribera del Ebro y en las vegas de sus afluentes por la derecha), quedaron incultas. Durante años, al fracasar la repoblación, permanecieron yermas. En los lugares de moriscos, partidas enteras (cuando no todo el término) no eran otra cosa que grandes eriales. Más tarde, cuando apenas se había iniciado la ocupación de las mejores tierras moriscas, las epidemias (la milanesa de 1629-1633, y la gravísima de 1648-1654), la fuerte mortalidad de fines de siglo, las malas cosechas, las presiones fiscales de la monarquía y especialmente la guerra de Cataluña (fenómenos, en ocasiones, simultáneos) imposibilitaron que a lo largo del siglo XVII la superficie agrícola alcanzara la extensión que había tenido a fines del siglo XVI.

SISTEMAS Y TÉCNICAS DE CULTIVOS

Juntamente con las roturaciones y la extensión del regadío, el campesinado aragonés, como su homónimo mediterráneo, recurrió al cultivo promiscuo o de suelo y vuelo para aumentar la producción. Consistía éste en alternar el arbolado o la vid con otros cultivos o plantaciones. Así, junto a los frutales, la vid, el olivo o las moreras, sembraba cereales o plantaba azafrán. El arbolado o vid podía ocupar los márgenes del campo o disponerse en el interior del mismo, equidistantes unos árboles de otros. De este modo el campesino, junto con el pan para su familia podía conseguir el condimento para sus comidas y el vino que le proporcionaba una buena parte de las calorías que le negaba su deficiente alimentación. Este sistema todavía se practica en Aragón en nuestros días.

Estas tierras eran cultivadas con un utillaje muy reducido: se labraba con el arado romano, tirado generalmente por mulos y en ocasiones por bueyes (las mulas eran más rápidas en sus desplazamientos). Este arado tenía una profundidad de surco muy pequeña (el llamado arado de vertedera no se inventará hasta el siglo XVIII), arañando únicamente la tierra y dejando la semilla expuesta a las inclemencias del tiempo. Las otras labores se realizaban con hoces, trillos de perdernal y horcas. Esta falta de innovación en el utillaje fue común en toda España. Como ejemplo veamos los instrumentos que Gilabert, un terrateniente de Tamarite, recomendaba como imprescindible para todo agricultor aragonés a comienzos del siglo XVII (1616): «cabalgaduras, arado, yugo, tenazas y martillo, capazos y azadón, cuchillo, podadera, palo de amolar, carro, sogas y redes para la paja,horcas y tabloón para trillar, poste, cadenas y timón para allanar los campos, dedales y zamarro para segar, sacos, plegadoras y caballos de madera para coger olivas, hachas, mazas y tocones para hacer leña, burra para traer provisiones y perro para guardar la ropa».

Las tierras recibían tres labores. La primera de ellas se realizaba a la salida del invierno y recibía el nombre de huebra, con la que se rompían las tierras que más tarde se iban a sembrar. A mediados de primavera se daba la segunda reja, el binar; y, finalmente, en el otoño, se daba la última con la que se envolvía la semilla.

El abonado era insuficiente. Los abonos minerales y, lógicamente, los químicos eran totalmente desconocidos. Así, el abonado de las parcelas quedaba reducido a las cenizas procedentes del incendio de los rastrojos. Sólo una mínima parte de las tierras recibían estiércol. Quien tuviese ganado podía encerrarlo en el campo y así estercolarlo o bien podía llevarse la paja y el estiércol de los establos en los que se hallaba el ganado como abono natural. Como es lógico sólo los agricultores con mayores recursos disponín de este tipo de abono, los más pobres no podían otra cosa que beneficiarse de los excrementos procedentes del pastoreo del ganado ovino.

Si a este pobre y limitado abono se suma la escasa profundidad de las labores, se comprenderá perfectamente los largos descansos concedidos a las tierras, sus escasos rendimientos y, sobre todo, el reducido número de hectáreas que permitían una permanente explotación y el fracaso de muchas roturaciones. Para evitar el agotamiento de las tierras debían dejarse en barbecho, como mínimo, un año (sistema de año y vez) pero muy frecuentemente se dejaba yerma la tierra tres y cuatro años en los secanos.

TIPOLOGÍA PRODUCTIVA: EL PAISAJE AGRARIO

Aunque las tierras regadas posibilitaban un abanico de cultivos mucho más rico y variado que en los secanos, en la práctica esta diversidad casi no era apreciable salvo en el cultivo de las plantas hortícolas. Tanto el secano como en el regadío se dedicaban mayoritariamente al cultivo de los cereales, la vid y el olivo, la trilogía mediterránea. La diferencia fundamental estribaba, lógimanete, en la seguridad de las cosechas y en la rentabilidad de las tierras de regadío. Ünicamente los huertos presentaban una clara diversidad en sus productos con respecto al resto de las tierras. Este uniformismo de la producción se debía sobre todo a la necesidad del campesiando de proveerse de su dieta alimenticia, cifrada fundamentalmente en el pan para su familia, y de cerales para sus animales. Sus escasos recursos económicos y las deficiencias y limtaciones del transporte le obligaban a producir aquello que le era más urgente y necesario para su propia subsistencia. Así pues, estaríamos ante una agricultura tradicional y que se ajustaba al modelo mediterraneo de cultivo diversificado.

Por otra parte, es preciso hacer constar cómo la mayor parte de los productos que hoy ocupan nuestras huertas eran prácticamente desconocidos en estas centurias. ¿Qué podría sembrar hoy el campesino aragonés si no conociera las patatas, la remolacha, el maíz e incluso los tomates y los pimientos (introducidos en el siglo XVIII procedentes de América)?. Forzosamente se vería obligado a dedicar sus tierras a la trilogía tal y como hicieron sus antepasados.

Los cereales tuviron una amplia extensión que fue aumentando con la ampliación de las roturacioes y la puesta en regadío de algunas zonas. De ellos, el trigo ocupará el primer lugar en la escala de los cultivos, cosechándose principalmente en el centro del valle del Ebro. La cebada, la avena, el ordio y el centeno, en el Pirineo, serranía de Teruel y Albarracín. Se daban también en las tierras más pobres y frías, otros cereales de escasísima calidad y rendimiento que hoy en día se han perdido prácticamente en su totalidad. Así, por ejemplo, el mijo, la espelta, ladilla, adazilla, esprilla, etc. Se conocía y se trabajaba algo de panizo negro (que no es el maíz americano, conocido entre nosotros como panizo, producto traído de América y que no se introducirá hasta el siglo XVIII) traído por los árabes de Oriente. Ya en la Edad Media hay documentos quedan cuenta de sus existencias (aparece en numerosos dezmarios). Era conocido con el nombre de panizo negro de Rodas. Ignacio de ASSO, para el siglo XVIII, decía que los productos agrarios más importantes para su producción eran, por orden decreciente: trigo, centeno, cebada, avena, maíz, judías, habas y garbanzos.

La vid ocupó amplias zonas del valle medio del Ebro. Abarcaría en los siglos XVI y XVII una extensión mayor de la actual. Son importantes y de renombrados caldos los del campo de Cariñena, recordemos al Don Juan Tenorio de Zorrilla cuando exclama para justificar sus actitudes «fue el maldito Cariñena, que se apoderó de mí». Se menciona el buen vino y la cantidad mucho antes, en 1521, Alonso de Toro escribía «yo, señor, he ahora venido de Cariñena y Longares y en todos esos lugares mucho vino se ha cogido». También hay que reseñar como en los inventarios de bienes de señoríos aoarecen cilleros y bodegas con una gran cantidad de cubas y conocemos también la edificación de lagares y trujales en lugares como Alcañiz o La Fresnada a finales del siglo XVII. El que el castillo de Alcañiz posea una bodega con una treintena de cubas, lo mismo que el castillo de Calanda (destruído en el siglo XVIII), nos aproximan a la importancia quer la producción tuvo en esas zonas.

El olivo, por su parte, encontró una gran aceptación en los somontanos y a lo largo del Ebro. Tenemos constancia de una amplia labor repobladora a comienzos del siglo XVII. En las Cartas de Población de 1628, en Calanda y Foz, se les exoneraba durante una determinada cantidad de años de las rentas si las heredades eran plantadas de olivos. Lógicamente en los primeros años la producción fue mínima pero las expectativas no defraudaron. En el siglo, según ASSO, se recolectaban más de 425.000 arrobas de a 12,5 kilos de olivas.

El azafrán (cultivo originario de Asia Menor, e introducido por los árabes en el siglo VIII) tuvo una gran importancia en Aragón durante los siglos XVI y XVII. Se cultivó preferentemente en el Bajo Aragón (Caspe, Maella, Alcañiz, Híjar , Calanda), Monreal, Somontano de Montalbán y los Monegros. De esta última zona, Cook, un viajero que recorre las tierras aragonesas a fines del siglo XVI, comentaba que los vecinos de los pueblos monegrinos cogían azafrán en gran abundancia y que éste era su principal medio de vida. Así, estamos ante uno de los productos más importantes del comercio exterior del reino. En su busca llegaban mercaderes extranjeros e incluso se sacaba a las ferias europeas.

En cuanto a la arboricultura, la morera fue el cultivo por excelencia. Desde la Edad Media se conocía en Aragón la variedad persa, la morera negra. Entre 1500 y 1550 va introducirse en Valencia y Bajo Aragón, la variedad de la morea blanca, imprescindible para la cría del gusano de seda. Este producto sirvió para redondear la economía familiar de los vasallos de señorío, sobre todo, ya que al no entrar en los cánones establecidos en las cartas pueblas no tributaban nada al señor. Esto se observa claramente tras la expulsión d elos moriscos. En las nuevas condiciones queda reflejado el pago de un canos por la hoja de morera. Este cultivo repercutió, además, favorablemente en el renacimiento de una industria sedera en un momento en el que la demanda era muy importante.

El lino, el cáñamo y el algodón serán otros tres productos que se cultivarán en zonas de regadío. Las Cortes de 1626 regularán el tráfico de lino y cáñamo bajando la producción del primero. La barrilla y el zumaque se cultivarán en menor medida.

Por lo que respecta a los huertos, se cultivaba ya gran parte de las hortalizas actuales: acelgas, espinacas, borrajas, habas, lechugas, calabazas, puerros, coles, nabos, cardos, guisantes, ajos, cebollas. Otro tanto ocurría con los árboles frutales: manzanos, perales, cerezos, melocotoneros, albaricoques, ciruelos, higueras, etc, que se distribuían por todo el territorio de acuerdo a sus necesidades cilmáticas. La mayoría de los huertos estaban destinados a satisfacer la demanda familiar de hortalizas. Sus ocasionales excedentes los sacaban al mercado local o comorcal. Otro tanto podía decirse de la fruta, aunque sus posibilidades de comercialización eran más amplias, o que favorecía su producción.

A VUELTAS CON EL CONTRACTUALISMO

¿Cómo sería la vida del ser humano si no hubiera leyes ni gobierno? Las teorías contractualistas surgen en el mundo con el ascenso de...