viernes, 9 de diciembre de 2011

La ética aristotélica. Fin, felicidad y virtud

1.     Plan Filosófico. Objetivos de la teoría

Ø  La ética se ocupa de estudiar la justificación racional de las normas morales que rigen la conducta humana. Parte siempre de una determinada concepción del ser humano, es decir, de una antropología, referida a un contexto histórico y humano determinado. Aristóteles elaboró dos grandes tratados de ética: la Ética a Eudemo («eudemiana»), durante el segundo período y con influencias pitagóricas; y la Ética a Nicómaco («nicomáquea»), ya en su madurez como pensador. Las ideas más representativas de la ética aristotélica se hallan en esta última. Se trata de una ética «eudemonista», es decir, una ética de la felicidad. Pero es también una ética de la virtud, el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.
Ø  La ética era considerada por Aristóteles una ciencia práctica, es decir, una ciencia que establece normas que orientan el comportamiento humano, lo que se debe hacer. La ética, la política, son ciencias prácticas. No olvidemos además que ética y política tienen en común el considerar el considerar el Bien práctico. Así, las dos se requieren mutuamente. El individuo sólo puede alcanzar la felicidad en la ciudad, y el Bien del a ciudad comporta a su vez el de los ciudadanos.
Ø  Puesto que el hombre es un ser sociable, la ética se refiere en última instancia a la dimensión comunitaria y social del ser humano, que cristaliza en formas de comportamiento habituales, tanto personal como colectivamente. Estas formas de comportamiento habituales son las costumbres, y configuran el carácter personal o colectivo.
Ø  Como vemos, el carácter empirista de Aristóteles vuelve a primar en sus reflexiones sobre la praxis. En la ética inicia su labor desde un estudio de la naturaleza humana. En la política lo hacía desde el análisis de los regímenes políticos y constitucionales existentes.
Ø  Por lo tanto, su objeto consiste en la filosofía de las cosas humanas. Su propósito principal no es estudiar y pensar en el bien en sí, sino ayudar a ser bueno. Lo que busca, por lo tanto, es orientar la acción moral o praxis del ser humano para llegar a ser bueno.
Ø  Pero ser bueno, y por tanto pleno, significa ser feliz. El fin de la vida del ser humano, y el fin de la ética, es por tanto la felicidad. La ética de Aristóteles s una ética eudemonológica.
Ø  No obstante, la ética de Aristóteles es también naturalista, porque su fundamento se encuentra en el ser humano como ser natural, como physis. Además significa que está fundamentada en su antropología y en su psicología. La vida moral, al igual que la intelectual, se asienta sobre las funciones vegetativas y sensitivas del alma, y sobre las condiciones impuestas por el cuerpo, que es inseparable del alma. Todo lo anterior indica que el fin del ser humano es la plenitud de su substancia de su naturaleza. Y eso implica que los bienes son tal si llevan al ser humano a su plenitud, y el bien supremo es la felicidad. Para conseguirlo necesita vivir de un modo determinado, pues para Aristóteles la felicidad no es un estado, sino un tipo de vida (bíos) que exige adquirir ciertos hábitos de comportamiento, las virtudes.


2.     La teoría ética

a)      La felicidad como fin de todas las acciones

El planteamiento inicial de Aristóteles en relación con la ética era probablemente el mismo que se hacía en la Academia de Platón: Si la moral es el arte de «vivir bien», ¿qué es “lo bueno” para el ser humano? ¿Cuál es el Bien supremo, el fin último de todos sus actos? Pensaban que la felicidad (eudaimonía). Pero suele haber muchas disputas a la hora de precisar en qué consisten la felicidad y el bien supremo. Aristóteles hace una revisión crítica de las diversas teorías conocidas sobre la felicidad y la ética. Entre los discípulos de Platón, unos valoraban más la vida activa del político, cuyo bien supremo debería ser la gloria y la virtud. Otros preferían la vida contemplativa del filósofo, y su aspiración a la sabiduría. Y otros preferían la vida placentera, la búsqueda del placer como bien supremo. La teoría de las Ideas incluía la consideración del Bien como Idea suprema. Pero Aristóteles rechaza que el Bien pueda ser el ideal, porque hay muchos tipos de bienes totalmente diferentes entre ellos. Además, considera que la ética debe partir de los hechos (empirismo moral), en lugar de ser tratada exclusivamente desde un punto de vista teórico. Según Aristóteles, la felicidad no necesita ningún bien exterior. «Se basta a sí misma», y consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del ser humano (lo mismo que para un músico la felicidad tiene que ver con poder tocar su instrumento preferido). En concreto: «La felicidad es la actividad del alma dirigida por la virtud. [...] La vida de las personas virtuosas no necesita el placer como un accesorio: el placer lo hallan en sí mismas, pues las acciones virtuosas son agradables por sí mismas. [...] Pero es evidente que la felicidad no puede prescindir de los bienes exteriores» (Ét. Nic. I, 8 y 10).
Al final de la Ética a Nicómaco Aristóteles afirma que la actividad más propia del ser humano y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación teórica, la sabiduría. Así, el empirismo ético conduce a Aristóteles a una postura ecléctica: la felicidad consiste en unir sabiamente la virtud, la contemplación y los bienes exteriores. Será buena toda acción que conduzca al fin del ser humano, y mala toda la que lo obstaculice o se oponga a él. Bien es aquello a lo que tienden todas las cosas por naturaleza.


b)     La teoría de la virtud: análisis de la virtud como fundamento de la ética aristotélica.

La virtud (areté): Significa, literalmente, excelencia, mérito, perfección, inteligencia, fuerza, energía, nobleza de ánimo, generosidad, alteza. Es una disposición del alma, una capacidad y aptitud permanente que inclina a comportarse de una manera determinada. No tiene nada que ver con el intelectualismo socrático, que identificaba virtud con conocimiento. Aristóteles da a la voluntad mucha importancia en relación con la virtud. La conducta sólo será justa o buena si el individuo actúa a sabiendas y mediante una decisión consciente, firme e inquebrantable, decide acometer una acción por sí misma. La virtud incluye conocimiento, voluntad firme y una elección reflexiva de los medios necesarios para llevar a cabo una acción. La virtud se adquiere mediante el ejercicio (poniéndola en práctica) y el hábito (éthos): «para que un hombre se haga justo es necesario que practique la justicia». De esta manera Aristóteles rechaza que seamos virtuosos por naturaleza (de nacimiento) o mediante aprendizaje. La virtud es el modo de ser de una persona, expresado a través de sus acciones («praxis»). Cuando se convierte en hábito, la virtud expresa la manera de ser de una persona en relación con la realidad que le rodea: es su modo de estar en el mundo, en la política, en la economía, en la cultura y en el Estado. Es su actitud ante el dinero, la familia, el Estado y la felicidad. Aristóteles afirma que la virtud consiste en un término medio, un equilibrio entre dos extremos igualmente viciosos y alejados de la virtud. P.ej.: el valor es un “justo medio” entre el miedo y la temeridad. En relación con el bien y la perfección, la virtud se halla en el punto más alto. Esto recuerda en parte a las simetrías pitagóricas, adoptadas por Platón y utilizadas en la medicina griega de la época («medida» natural). Aristóteles señala que ese término medio no puede establecerse en abstracto o en general, sino de acuerdo con las circunstancias de cada uno. En cada caso, el individuo sensato y prudente sabrá escoger el justo medio. Con estos elementos apunta una definición precisa: «La virtud es, pues, una disposición selectiva que consiste en un término medio respecto a nosotros, definido por la razón y como lo decidiría un hombre prudente» (Ét. Nic. II, 6, 1106 b 36). La referencia al término medio parece relacionada en Aristóteles con su concepción del equilibrio universal, que hace del cosmos un todo ordenado y bello. El cosmos muestra un orden establecido por una inteligencia superior, de manera que nunca se pasa del frío extremo al calor ni viceversa, sino que hay una transición progresiva (la primavera). Ni se pasa sin más del día a la noche, porque el atardecer constituye el período intermedio. Este orden cósmico es el que el ser humano, un «microcosmos», debe tener como referencia para comportarse racionalmente. Este orden cósmico debería tener también su reflejo en la pólis. Aristóteles distingue, además, dos clases de virtudes: 

a) morales (éticas), de las que no hace ninguna clasificación.
b) intelectuales (dianoéticas), entre las que cita la prudencia (phrónesis), la virtud propia de una persona sensata; y la sabiduría (sofía), culminación de la vida moral. En este sentido, la virtud es el cultivo de todas las cualidades personales, una huida de la mediocridad. No es simplemente la repetición mecánica de actos o prácticas virtuosos.

ORIENTACIONES PARA REFLEXIONAR

  1. La misma idea de felicidad. Podemos contraponer lo que hoy entendemos generalmente por felicidad a la concepción aristotélica. Nuestro concepto de felicidad está fuertemente condicionado por nuestra relación con el consumo, la riqueza, el bienestar. ¿Qué diría Aristóteles sobre el papel del bienestar, las riquezas en lo que llamaríamos la "vida buena"? También en nuestra valoración sobre la ética de Aristóteles podemos tener en cuenta nuestra valoración de la ética de Platón. ¿Qué ventajas e inconvenientes vemos en ambas aportaciones?
  2. En una sociedad multicultural como la nuestra existen modos diversos de existencia, de vida. ¿Qué papel positivo piensas que puede jugar la idea aristotélica de la "virtud", de la prudencia entendida como "término medio"?
  3. En el terreno ético y político Aristóteles se muestra más "realista" que Platón. ¿cómo valoras el realismo aristotélico? ¿qué ventajas e inconvenientes encuentras en sus planteamientos?
  4. Podemos comparar también la ética de Aristóteles con los planteamientos éticos de Nietzsche, y valorar sus aportaciones.

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