martes, 21 de abril de 2009

MORAL POR PROVISIÓN CARTESIANA






LA MORAL POR PROVISIÓN: EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD





El alma, al no estar sujeta al mecanicismo universal que rige la realidad de las sustancias extensas, incluido el cuerpo, es el fundamento de la libertad humana. En ella existen acciones, que dependen de la voluntad, y pasiones, que son invo­luntarias. Distingue pasiones fisiológicas (admiración, cólera, alegría, tristeza), en las que la sensación se impone al sujeto; psicológicas (deseo, esperanza, temor, amor, odio) que pueden provenir tanto del sujeto como del objeto y, final­mente, morales, aquellas que se relacionan con el libre arbitrio en nosotros y en los demás como la generosidad. Se trata de no estar dominado por las pasiones y dejarse guiar progresivamente por los dictados de la razón y las enseñanzas de la experiencia hasta apropiarse de la voluntad y hacer un uso correcto e íntegro de nuestra libre elección. La razón es la única que puede valorar, y por tanto indu­cir a aceptar o a rechazar determinadas emociones. La sabiduría consistirá en tomar el pensamiento evidente (claro y distinto) como norma no sólo de pensar, sino también de vivir. Para ello propone una moral por provisión.


La moral por provisión



Descartes dice que para coronar su moral examinó las profesiones con la inten­ción de elegir la que considerase mejor y pensó, sin despreciar las demás, que la mejor era la que él había elegido y que estaba poniendo en práctica, pues la más noble misión del ser humano es la de cultivar la razón. Para este ejercicio, el individuo tiene que vivir en sociedad, lo que obliga a acomodarse en cada oca­sión al ambiente en el que se mueve, sin renunciar a unos principios morales mínimos y a una finalidad individual, motor de toda acción, que posibilite realizar aquello que se juzgue como lo mejor: vivir lo más felizmente posible. Para culti­var la razón y avanzar en el conocimiento de la verdad (para ser feliz), estable­ce una «moral por provisión», basada en tres máximas:

a) Conformidad con las leyes y religión del país donde uno habita.
b)Conformidad en el ánimo con todo lo que nos rodea.
c)Moderación en los deseos. Sólo poniendo en práctica la constancia de la voluntad podemos alcanzarla verdadera felicidad, según la recta razón.

Descartes no atribuye provisionalidad a su moral, sino que la entiende como una obligación para la constitución tanto de su actitud vital, como de su «oficio» de pensar. En definitiva, en la ética cartesiana la voluntad queda sometida a la guía de la razón que orienta todo nuestro pensar y actuar.


Tres son las reglas en las que Descartes resume su ética:



A. Hacer todos los esfuerzos para conocer lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse en todas las circunstancias de la vida. Entre las verdades que debe­mos tener presentes para lograr la felicidad, Descartes -en una carta a la princesa Isabel- señala cuatro:

Ø Que hay un Dios de quien dependen todas las cosas, cuyos mandatos son infalibles, lo que ha de conducirnos a admitir de buen grado su voluntad.

Ø Que nuestra alma es inmortal y capaz de gozar eternamente de Dios, lo que nos librará del temor a la muerte.

Ø Que esta tierra y el universo no son nuestra mansión definitiva, han sido creados por Dios y Dios mismo los mantiene, lo que nos disculpará de la preocupación de tener que dirigir el mundo.

Ø Que nuestra mayor satisfacción la encontraremos en el cumplimiento de un designio superior a nuestro propio beneficio, como el cumplimiento del deber y el abandono en la voluntad de Dios, que nos manda amar y ayudar a los demás, lo que dará sentido a nuestras vidas.


B. Tener una resolución firme y constante de llevar adelante todos los dictados de la razón, sin dejarse desviar por la pasión o el apetito.



C. Considerar que todos los bienes que uno no posee están fuera del alcance del propio poder, y acostumbrarnos a no desearlos.



Estamos pues, ante una ética de marcado carácter intelectualista, estoico y cristiano, en la que el conocimiento de lo bueno y el hábito (la virtud) de asentir a ese conocimiento, nos reportarán la felicidad. Para lograrla hay que juzgar correc­tamente, aceptar el destino y habituarse a seguir los dictados de la razón.


2 comentarios:

  1. Dani esa teoría es cartesiana...
    No te lo tenemos en cuenta porque eres un profesional pero un fallo así...
    Jeje Un saludo

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  2. Ya vas por Descartes incluso antes de navidad!! Me pregunto cómo habrá cambiado selectividad para dar este vuelco temporal en tu docencia.

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